Por: José Ricardo Alzate
@voypateatro
Dirección y dramaturgia: Alexis Gómez
Gómez
Actuación: Alexander Otálvaro, Alexis
Gómez, Ángela Martínez, Jhony Vaca, Luisa García, Margarita Hincapié, Sebastián
Vélez.
Musicalización: Carlos Andrés Arias, José
Otálvaro, Yeison Ospina
Producción: Viviana Salazar Roldán.
Estreno: Noviembre de 2014.
Lo primero que debo decir sobre “Noctámbulo” es que uno puede
hacerse una idea de lo que será asistir a una función de teatro ciego, pero nada
de lo que uno se imagine estará cerca de lo que se siente.
Acostumbrados a un mundo que privilegia la vista por encima de
todos los sentidos y donde el gusto entra por los ojos, perder la visión por
cerca de una hora es de entrada una experiencia nueva, estética en este caso,
que nos lleva a un estado de vulnerabilidad que de manera voluntaria no buscaríamos
experimentar. Ya de entrada, eso asusta.
Lo que quiero decir es que en realidad no se ve nada, ni la punta
de la nariz. No te tapan lo ojos, solo te llevan dentro de una sala en una
oscuridad absoluta, que yo no recuerdo haber vivido nunca antes, ni atravesando
en tren el túnel de Cisneros. Empiezas sintiéndote tan frágil, luego solo escuchas, percibes, hueles y
degustas. Ese miedo inicial se compensa solo con la tranquilidad de saber que
ese estado es temporal y es tal vez eso lo que te permite disfrutar de una
condición inusual, pero tan natural para muchas otras personas que en el mundo son invidentes.
Esta obra la presenciamos el 22 de mayo en la sala de Teatro
Galeón, en Bello. “Noctámbulo” parte de
una adaptación de varios textos de Edgar Allan Poe. La dramaturgia de su
director, Alexis Gómez, reúne en un solo relato cuatro cuentos de este maestro
de la literatura del terror: “El Cuervo”, “Gato Negro”, “Los crímenes de la
calle Morgue” y “El corazón delator”. Estas historias son articuladas a través
de la trama de un juicio, donde el acusado y personaje principal, William
Wilson, narra los hechos que lo han llevado ante la justicia.
No vale la pena contarles más sobre lo que trata la obra, eso lo
descubrirán al asistir, pero sí cabe decirles que conocer de antemano los
cuentos, permite disfrutar más la adaptación que realizaron. Dramatúrgicamente está muy bien planteada,
respetando además la riqueza del lenguaje y la expresividad del autor. Todo el juego
de retorica romanticista con el que se narran las historias de suspenso de Poe
está presente en una buena parte de los diálogos de sus personajes.
La narración da paso a momentos de representación a través de las
voces de los actores, que recuerdan los tiempos de las radionovelas que
escuchaban nuestros mayores. Hay un cuidadoso manejo de distancia y de
volúmenes que dan diferentes planos y sensaciones de las acciones, activando la
imaginación por el misterio de lo que no se ve.
Sucede algo que no pasa en el teatro convencional y es que la obra
no está al frente tuyo, sucede por todas partes, te rodea, te da la vuelta
varias veces. Te obliga, al no poder ver, a mover tu cuello para orientar tus
oídos hacia la dirección de los sonidos, que es donde sucede la acción. Mejor
dicho, la obra te envuelve por completo y en la oscuridad te sientes tan solo, que
puedes llegar a creer que todo está sucediendo en tu mente, que lo estás es pensando,
no oyendo.
Además de los recursos vocales, la ambientación sonora y los
efectos de sonido, la obra estimula nuestros otros sentidos, con efectos
puntuales y bien logrados, con olores, sensaciones táctiles, temperaturas y
hasta nos activan el gusto. La musicalización
de la obra está bien definida y trabajada, complementando muy bien toda la
propuesta sonora, además es interpretada en vivo.
Sobre las actuaciones considero que las voces, aunque claras para
diferenciar los personajes y situaciones, podrían dar un poco más, llevarnos al
clímax del terror, ponernos en situaciones de mayor tensión en la trama. El
riesgo de adaptar clásicos extranjeros es ese, que a veces lo dicho por los
personajes no parezca muy natural o se sienta forzado alguno que otro diálogo,
además que esta es una obra donde no se pueden ver la presencia escénica del
actor ni sus acciones, por eso su voz es
todo y cualquier detalle en la entonación salta a la vista, mejor dicho, al
oído,
Aclaro que en global hay un buen desempeño en la representación,
uno nunca se pierde en la historia, todo el tiempo mantienen la atención del
público y el punto en el que está este montaje, solo le resta afinar un par de
detalles para perfeccionarse.
Esta obra cumple con su promesa: al cerrar los ojos, se agudizan los
demás sentidos. “Noctámbulo” es una sorpresa que no me esperaba, más que una
historia es toda una experiencia que pone a trabajar al cien por ciento la mente.
Al menos en nuestra región, nadie se había atrevido a asumir riesgos así y creo
que el resultado, desde la ausencia del recurso visual, abre posibilidades
infinitas de creación para este grupo, que ha encontrado una forma especial de
explorar otros lenguajes teatrales.
Luego de verla, admito que fue justa ganadora de la Beca de Creación
Teatral del Ministerio de Cultura en 2014, donde fue escogida entre cientos de
propuestas de todo el país, incluyendo una mía. Actualmente se preparan para
participar en el 4° Encuentro Internacional de Teatro Joven de Mairena del
Alcor en Sevilla, España y por eso estarán en temporada de doble función, los
viernes y sábados, hasta mediados de junio.
No puedo ser tan olímpico en decir que hay obras que el público
tiene que ver, pero dadas las particularidades y lo novedoso de “Noctámbulo”, sería
una lástima si se la pierdan, ya que nadie podrá describirles qué se siente,
porque de eso se trata esta pieza, de sentir. En el teatro logran ponernos en
la privilegiada posición de un invidente, porque aprendemos mucho más de
nosotros cuando solo podemos ver con la imaginación.
Sobre el invitado:
Juan Esteban Pabón Rúa fue el elegido por la suerte para
acompañarme a esta función de “Noctámbulo”. Tiene 23 años y estudia Ingeniería
Geológica en la Universidad Nacional, está reconciliándose con la música y
tocando de nuevo el piano, que había dejado hace un tiempo. Hace un par de
años, una amiga le transmitió el gusto por el teatro y para él fue un grato
descubrimiento. Sobre la obra que vimos, estas fueron sus impresiones:
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