lunes, 24 de agosto de 2015

Comentario Express*: Días de ayuno

Por: Jenny Giraldo García

Foto: Gabriel Ortiz / Medellín en Escena
Obra: Días de ayuno
Grupo: La Rueda Flotante
¿Dónde la vio? En Exfanfarria Teatro
¿Cuándo? El sábado 22 de agosto


¡Tan bueno cómo van llegando a uno los textos, las obras, las películas! Gracias al azar, el sábado en la tarde me crucé con un cuento de Kafka llamado Comunidad y, esa misma noche, al revisar la programación de la Onceava Fiesta de las Artes Escénicas, decidí pasar por Exfanfarria Teatro a ver el trabajo de Juan Diego Zuluaga (La Rueda Flotante) llamado “Días de Ayuno”, una obra basada en Los artistas del hambre, de Kafka; una versión “libérrima”, dicen ellos.

Cuando hablo de ellos me refiero al actor (Juan Diego Zuluaga) y al director (Fernando Zapata). El cuerpo de este actor llena el espacio escénico, a pesar de la precariedad de las escenografías; claro que esto lo digo por su otra obra: “Abrazo mortal”, en la que el escenario tiene una puerta de madera a través de la cual se va narrando la historia, un monólogo sencillo y conmovedor que habla de los amores y desamores entre los hombres y, también, de esos amores que surgen entre generaciones y que duelen y que matan.

En este caso la escenografía es diferente y muy coherente con la estética de Exfanfarria, Tacia’e Plata y Fernando Zapata. Siempre me ha parecido algo así como una ‘estética de la suciedad’, en la que predomina el desorden, la decadencia, la fealdad y que, en muchos casos, molesta e incomoda al espectador; una sensación que se me hace afortunada cuando la intención del director es precisamente esa. Esa sensación de suciedad también la sentí en la sonoridad elegida para la obra; una suerte de cajita de música circense y unos elefantes que sonaron todo el tiempo ensuciando también la atmósfera.

Volviendo al cuerpo de Juan Diego, sus movimientos son precisos, es posible ver la resistencia de sus piernas, la fuerza de sus brazos y la respiración mesurada que se adivina en el movimiento de su estómago. No sé, pero imagino que cuando Fernando Zapata tenía su edad, así mismo debía ser su cuerpo. 

El texto del monólogo puede ser leído como una ridiculización del arte hecho espectáculo; habla de los artistas que ruñen sus propios callos dándole así la entrada a las ratas que, al ver que se alimentan ellos de sus propios pies, de su propia piel, esperan el momento adecuado para ruñir también. Afirmaciones y preguntas que se plantean, además, en el contexto de un festival de teatro de ciudad y que es, entonces, inevitable que ocupen un espacio en la memoria, pues hablan del papel del arte, del lugar del artista en la sociedad o en esa sociedad de artistas que ellos mismos han construido: “Cada uno es artista cuando le toca”, afirma el ser-artista que está en medio del escenario. ¿Escenario, jaula o prisión?, se pregunta él ante el público. ¿Público? Somos “mecenas, mantenedores” del quehacer teatral de un personaje-actor que se siente encadenado a su propia miseria, la miseria del arte.

Quizás Juan Diego Zuluaga tiene la tarea de seguir en su propia búsqueda, de ir recorriendo sus propios caminos y transitando por sus propios errores; pues aunque es indudable que cuenta con un gran maestro, sería una gran pérdida que reprodujera por los años de los años ese teatro que ya reconocemos en los grupos de Fernando y nos privara, en algún momento de su existencia artística, de eso que tiene adentro y que a lo mejor aún no termina de reconocer. Mientras tanto, que siga aprovechando la compañía y la casa que tan amorosamente le han brindado en Exfanfarria


*Comentario Express es un ejercicio que queremos hacer durante la Fiesta de las Artes Escénicas y que consiste en escribir, tan pronto como podamos, nuestras apreciaciones y emociones con respecto a las obras que vamos viendo. ¡Esperamos que lo disfruten!

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